De paso por Petrer (Alicante). En cuanto tenga cerradas las entrevistas –mañana o el miércoles, como muy tarde– me iré a Almería. La casualidad, o las rutas migratorias, han reunido allí a cuatro protagonistas (secundarios) de esta historia: dos guardias civiles y dos marroquíes.
Los dos guardias civiles son importantes por la misma razón: el Renault 5. Ambos estaban aquellos años destinados en la 412ª Comandancia de la Guardia Civil (Barcelona interior). El coche se recuperó en Mollet del Vallès, que pertenecía a esa comandancia. Hoy uno de ellos está retirado al sol de Los Gallardos. El otro, destinado en un pueblo del poniente.
Con el primero ya hablé por teléfono: se trata ahora de ver si, cara a cara y con tiempo, recuerda detalles o datos que aclaren el por qué de la escasa repercusión que sobre el caso tuvo lo que debería haberle dado un vuelco importante: la recuperación del coche con el que, según la Guardia Civil, se habían cometido las violaciones. El nombre del otro agente aparece manuscrito (“para el cabo…”) en un folio-portada del atestado sobre la recuperación. Lo que indica, probablemente, que o bien en 1991, o en 1995, esos atestados e informes tuvieron que pasar por sus manos.
(Por cierto, que aprovecho para resolver una duda que recogía aquí al publicar la relación de delitos cometidos con el Renault 5: me extrañaba que en esa relación no aparecieran las violaciones de Cornellà y Tarragona. La razón, confirmada por dos agentes, es que esos hechos ocurrieron fuera de la demarcación de la comandancia que realizó el informe: Cornellà pertenecía a la Policía Nacional, y Tarragona era de la 431ª Comandancia. La relación la había hecho un puesto de la 412ª (Barcelona interior, con sede en Manresa).)
Luego, a finales de semana, iría a visitar también a los dos marroquíes.
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