“La vida es demasiado corta para la forma literaria extensa; demasiado fugaz para que el escritor pueda entretenerse en descripciones y comentarios; demasiado psicópata para que pueda hacerse psicología; demasiado novelesca para una novela….La vida fermenta y se descompone con demasiada rapidez para poder conservarla mucho tiempo en libros vastos y largos”.
Franz Kafka, Ante la Ley: Debolsillo, Barcelona, 2005, p. 15.
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13.50 horas. Traigo 200 folios impresos, y encuadernados. Edding rojo. No es ni siquiera el primer borrador, como mucho el primer emborronado. Me quedan por lo menos otros cien. Pero por fin voy a ponerme a corregir. Y sobre todo, por fin puedo mirar para atrás, y esta intensa calma, esta sensación verdadera de que no me voy a morir, de que esa ansiedad –no toda la culpa la tiene el libro, ni mucho menos– que me devoraba tampoco va a poder ya conmigo, me vuelve y se instala. Más que euforia, una incierta, y poco conveniente, orgullosa rabia. Entre la intimidad y el exhibicionismo, este vértigo inseguro de sólo saber si me equivoco, si me sobrepongo, si exagero, publicándola.
Filed under: El taller
¡Venga! El instante de la sensación verdadera. Adelante y ánimo.
A.
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Ánimo !!! nada de vértigos y sí de sacarlo fuera
que queremos leer pronto…
un abrazo
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Braulio: Lo difícil ya está hecho, aunque el vértigo se entiende. ¡A por ellos!
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