Que ninguno de los periodistas que durante años se han ocupado del caso Tommouhi haya dicho ni mú respecto de las novedades que aporta Justicia poética es perfectamente comprensible: una de las más importantes los deja en evidencia. Me refiero al trabajo sucio de los abogados de Ahmed Tommouhi, Pedro J. Pardo y Jorge Claret. Si el periodismo barcelonés no considera noticioso que dos abogados de la ciudad engañen a un cliente analfabeto, condenado injustamente y que ha pasado casi quince años en la cárcel, seguramente se debe a que durante diez años los estafadores han sido una fuente muy importante para su relato. El roce hace el cariño.
Si señalo ahora ese silencio, sin embargo, es porque consiente otro más inquietante y más escandaloso. El del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona: ¿tampoco el ICAB tiene nada que decir sobre el modus operandi de sus colegiados Pardo y Claret, que facturaron a Tommouhi procedimientos que no habían llevado ellos y que le hicieron firmar en blanco la reclamación de la indemnización por la sentencia errónea (a la que tenía derecho, pero a la que él había decidido renunciar hasta que no se reabrieran los demás casos por los que había sido condenado), aprovechándose de que Tommouhi no sabía leer?
Este escalofrío impune recorre una vértebra más. Porque si los periodistas y los abogados son figuras pensadas entre otras cosas para defendernos de la arbitrariedad del poder, la de los jueces es mucho más delicada y ambigua: su cometido es vigilar que el poder se ejerza de acuerdo a la ley, pero ellos mismos pueden ejercerlo arbitrariamente.
En efecto, ahora que Pedro J. Pardo es juez de instrucción, cabe preguntarse con qué confianza deben acudir al juzgado los acusados a los que este ex abogado procese. La última vez que nos vimos, Pardo tenía muy claro por qué había decidido dejar la abogacía: “Porque me gustaría aplicar justicia, pero desde el punto de vista efectivo: que es el de los jueces”, dijo.
En resumen, ésta es la enmudecida historia que cuenta “Los abogados”, el capítulo 29 de Justicia poética. Ahora pueden leerlo, descargarlo e imprimirlo libremente a través de Scribd.com. También pueden correr la voz.
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[…] es el último comentario de García Jaén al respecto: Que ninguno de los periodistas que durante años se han ocupado del […]
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¿Ya sabes que te expones a que te procesen por desacato?. ¿A quién se le ocurre meterse con un juez?. ¿No sabes que son intocables?. Porque estarás de acuerdo conmigo en que aquello de la “independencia del poder judicial”, que en sí está muy bien, se está confundiendo con la “imposibilidad de crítica a la labor de los jueces”, que ya no lo está tanto.
Por otro lado, si los abogados actúan como los médicos, es decir en posición de lobby, es decir que unos cubren las vergüenzas de los otros (ya sabes, hoy por mi mañana por ti), lo tienes claro.
Enfin. Creo que has emprendido una campaña noble pero a la que no le veo final feliz. ¡Son demasiados los demonios a los que te enfrentas!
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Gracias, Joan. Pero no creo en los demonios.
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Eso me parece bien. Te deseo el mejor de los éxitos. ¿Hay alguna manera de poder echar una mano?
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Manuel Borraz lleva años señalando una manera de ayudar desde su página (http://www.tommouhi.com): “Difunda esta información. Haga oir su voz entre los políticos,las instituciones, las autoridades”, dice.
Se podría añadir: Y entre la gente.
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[…] This post was mentioned on Twitter by Silvia Cobo, lucia lijtmaer. lucia lijtmaer said: "Esto no es una noticia, es una estafa", de Braulio García Jaen. Lee! http://bit.ly/bey1p1 […]
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[…] Voy a escribir una historia esta semana en el periódico sobre Tommouhi, y me ha parecido que, después de denunciar el silencio, había que darles la oportunidad de romperlo. Seguiremos […]
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