“Presunto culpable” retrata una tiranía dispersa pero implacable. Es la tiranía del expediente. El papel no es muestra del proceso judicial, es el ídolo al que todos tienen la obligación de rendir tributo. El acusado, los testigos, el acusador están impedidos de expresarse con naturalidad: han de dictar palabras extranjeras para la engorda del Santo Expediente. La policía no pierde el tiempo con investigaciones. Su trabajo es coleccionar hojas de papel. Las preguntas del interrogatorio judicial tienen una muralla infranqueable, lo asentado en el expediente.
El blog de Jesús Silva-Herzog Márquez.
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