Cuando la verdad, abandonada a la literatura, se hizo patente en la vida cotidiana con toda su trágica crudeza y ya fue imposible ignorarla o disimularla, pareció engendrada por la literatura. […] La impresión de que es, por así decirlo, un caso literario se debe sobre todo a esa fuga o abstracción de la realidad, a ese paso de los hechos –en el momento de ocurrir y aún más al contemplarlos luego en conjunto– a una dimensión imaginativa o fantástica de impecable coherencia lógica, de la que resulta una constante ambigüedad: tanta perfección no puede darse más que en la imaginación, en la fantasía , no en la realidad. Por decirlo con una boutade: uno puede escapar de la policía italiana –tal como está entrenada, organizada y dirigida–, pero no del cálculo de probabilidades.
Leonardo Sciascia, El caso Moro, Tusquets, 2010.
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