El sábado que viene, 22 de septiembre, se cumplen veinte años de la condena del inocente. Margarita Robles, vocal tónica del Consejo General del Poder Judicial, condenó a Ahmed Tommouhi por una violación que había cometido otro hombre.
Del violador no sabemos mucho: salvo que su grupo sanguíneo, expresado en los análisis de semen que la policía científica de Barcelona realizó entonces, no coincide con el de Ahmed Tommouhi. Pero Robles no fue la única que no entendió los informes: sus compañeros de tribunal, Gerard Thomàs Andreu y Felipe Soler Ferrer, tampoco.
Conviene saber que cuando digo “inocente”, me refiero a lo real en términos estrictamente científicos: en realidad Tommouhi fue condenado, porque así lo creyó conveniente la Audiencia de Barcelona. Quizá porque su nombre mismo es un oxímoron, los recursos no solo literarios de Margarita Robles se encarnan tan impunemente: Tommouhi cumplió íntegra su pena.
Quince años preso por los prejuicios de un tribunal. Literalmente. Estos dos informes que se publican íntegros aquí por primera vez así lo prueban. El segundo de ellos, 128-N-91, comparó el grupo sanguíneo de Tommouhi (A) con el del violador (B): “Los marcadores genéticos de Ahmed Tommouhi no coinciden con los marcadores genéticos encontrados en la camisa polo de N.”, dice en sus conclusiones.
Las conclusiones, escritas en negrita, no especifican sin embargo que la sangre se había comparado también con el semen hallado en la zona vaginal de la braga, tal y como como refleja un informe anterior.
–Pues si el grupo sanguíneo no coincide, ¿podemos decir que el esperma lo exculpa también?–le pregunté al perito en su despacho muchos años después.
–Sí, sí. Tanto el esperma como la sangre, contestó.
–Sí, pero [el esperma hallado] en la braga.
–Sí, sí, de la braga también.
El primer informe con el que se comparaba quedaba muy lejos entre los folios del sumario y al tribunal no le alcanzó para repasarlo antes de condenar a Tommouhi. Por eso he añadido aquí, como anexo al segundo informe, la página clave del primero.
***
Aunque dejo aquí también el primer informe completo, (131-N-91), en el que se analizaron los restos hallados en la ropa de las dos víctimas, pero sólo los de la ropa de N., la chica que señaló a Tommouhi en la rueda de reconocimiento, arrojaron conclusiones válidas. Una conclusión científicamente incompatible con su señalamiento. Otra cosa es lo que un tribunal español, sobre todo si lo preside Robles, es capaz de concluir a partir de unas negritas inoportunamente destacadas.
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ahmed tommouhi inocente…….josé antonio martín pallín……
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[…] tiene que dictar todavía el Supremo, para ver qué gargaras legales hacían esta vez: porque el primer informe de ADN ya era exculpatorio y sin embargo el tribunal no lo tuvo en cuenta y, según nos ha enseñado la historia de Tommouhi y […]
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Muchas gracias por su trabajo, por todo lo que subyace detrás de él. Necesitamos muchos braulios garcías jaenes para poner la verdad sobre la mesa y defenderla frente a la prepotencia y la soberbia de poderes administrativos y gobernantes.
Reitero mi agradecimiento.
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Gracias a usted, don Alonso.
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[…] Sin embargo, para los esforzados votantes socialistas hay algo más interesante aún que los detalles de su actuación en aquel tiempo roto. Se trata de la responsabilidad inextinguible que [Margarita Robles] contrajo al enviar a un inocente a la cárcel. Braulio García Jaén la explicó en Justicia poética, su formidable libro sobre el caso Tommouhi. No solo explicó su incompetencia: también su despreciable falta de arrepentimiento. Aquí, lo esencial. […]
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Es vergonzoso y a la vez repugnante tal actitud de esa ex magistrada. Arrebató injustamente la vida de dos individuos inocentes por su demasiada confianza en sí misma. Da rabia! Me gustaría hacer una campaña contra ella en las redes sociales para que al menos los inmigrantes marroquíes en España no la voten y así de alguna manera pague por su error imperdonable.
Le agradezco sinceramente su esfuerzo y valentía en sacar a la luz esa historia y dar voz a los que no la tienen.
Mohamed El Ouafi
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Gracias a usted, Mohamed.
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[…] Aquí, lo esencial. […]
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