Las pruebas de ADN acordadas ayer por la UE para identificar cuánta carne de caballo se vende etiquetada como ternera en los supermercados europeos quizá sirvan para radiografiar la amplitud del fraude, pero no aportarán nada sobre las otras cuatro preguntas clave del asunto: quién, cuándo, cómo y dónde recibía la carne de caballo y la empaquetaba como de ternera. Los periodistas de The Guardian y de Noos, un medio holandés, puede que hayan resuelto parte de ellas. Un empresa intermediaria basada en Holanda, aunque registrada en Chipre, pero domiciliada en un paraíso fiscal, aparece de momento en el centro del cambiazo, aunque falta todavía contrastar qué responsabilidad tienen los proveedores franceses que recibieron esa carne antes de proveérsela a Findus. Spanghero, la empresa francesa que recibió la carne de holanda, ha confirmado a Terra.es que ha denunciado ante los tribunales el ”engaño” del que habría sido víctima por parte del intermediario holandés.
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