Que el matrimonio tenga que restringirse a las parejas heterosexuales es tan natural y razonable como el derecho de pernada. De ahí que la oposición a la ley del matrimonio homosexual en Francia pueda sorprender, por venir de un país que decapitó al rey dos siglos antes de que Lorena Bobbit lo hiciera con el monarca de su casa.
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