El contraste entre las cosas y la descripción del que las niega es tan perfecto que basta poner aquellas a continuación de ésta para que la falsificación aparezca como lo que es: perfectamente cierta. La verdad, incluso muda como (a)parece en los estertores de la actualidad, siempre acaba vengándose, tanto más a gusto si es con este escándalo íntimo. El contenido de la crítica de mañana coincide exactamente con la forma que me habría gustado darle hoy, por lo que celebro nuestra absoluta falta de originalidad.
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